La velocidad de crucero o control de crucero es un sistema instalado en ciertos vehículos (cada vez más extendido) que nos permite fijar una velocidad constante a la que queremos que el vehículo se desplace. Su objetivo, por tanto, es el de mantener una misma velocidad, previamente fijada por el conductor, sin necesidad de que tengamos que pisar el pedal del acelerador. De esta manera conseguimos simplificar la conducción, reduciendo el número de variables que debemos tener en cuenta a la hora de conducir.
Al no tener que accionar el acelerador, aporta comodidad y seguridad en la conducción.
Es muy aconsejable para viajes largos, ya que reduce la fatiga del conductor al restarle obligaciones. Si no tenemos que estar pendientes del velocímetro ni de los radares, podremos tener la mente despejada para mirar al frente y a los retrovisores y mantener una mejor vigilancia del tráfico, la vía y sus circunstancias.
Es un gran aliado contra las multas por exceso de velocidad, ya que podemos fijar la velocidad de crucero por debajo del límite establecido y así estar seguros de que no rebasaremos el límite.
La velocidad de crucero permite un ahorro de combustible.
Pero, ¿realmente se ahorra combustible al utilizar el control de crucero? La verdad es que depende. Y depende del uso que le demos al control de crucero. A la hora de ahorrar combustible, el control de crucero es un gran aliado si conducimos por una vía llana (o con la menor cantidad de variaciones posible), y sin mucho tráfico. Es decir: la autovía. ¿Por qué ocurre esto? Pues bien, minimizar el número de aceleraciones y frenazos que demos al vehículo, intentando mantener una velocidad lo más constante posible, reduce los esfuerzos que tiene que hacer el motor para mover el vehículo, con lo cual se reduce el consumo de carburante al mínimo posible.
¿Qué ocurre cuando no conducimos por una vía llana? La existencia de ondulaciones en la vía por la que estemos conduciendo (cuesta arriba y cuesta abajo) harán que el consumo del vehículo aumente. Al haber prefijado una velocidad a la que mantenernos, el motor se verá obligado a ejercer más fuerza cuando vayamos cuesta arriba para mantener la velocidad. Es ahí cuando aumentará el consumo de combustible. De la misma manera, si lo que tenemos es una pendiente descendente, el control de crucero dejará de exigir tanto rendimiento al motor pues con la energía cinética que nos dé la gravedad, se podrá alcanzar la velocidad prefijada. En resumidas cuentas, que el sistema, con tal de mantener la velocidad, acelerará lo que sea necesario para mantener el ritmo, pudiendo producirse así un aumento del consumo.
Nuestro consejo es que se haga un uso consciente y adecuado del control de velocidad de crucero. Si al incorporarnos a una autovía o una vía de características similares notamos que las condiciones son adecuadas (pocas ondulaciones y poco tráfico), activaremos el control de velocidad de crucero siempre por debajo del límite de velocidad y de esta manera podremos ahorrar en combustible y, de paso, en emisiones.